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Llamado a la Tierra

La lucha de Constantino Aucca Chutas, el 'guerrero' de los Altos Andes, por salvar los bosques con una herramienta poderosa: millones de árboles 

Por CNN Español

Llamado a la Tierra es una serie editorial de CNN comprometida con reportar los desafíos ambientales que enfrenta nuestro planeta, además de mostrar las soluciones a esos retos. La Iniciativa Perpetual Planet, de Rolex, se ha asociado con CNN para crear conciencia y educación sobre los asuntos de sostenibilidad claves y para inspirar acciones positivas.

(CNN Español) -- Hubo una época en que Constantino Aucca Chutas quiso cambiar su apellido por uno español, porque necesitaba trabajar y sentía que lo discrminaban por su origen indígena. Entonces su abuelo lo convocó con un mensaje que no admitía medias tintas, según recuerda: "Para proteger este apellido muchos han muerto (...). Eres un Aucca, un guerrero peleandero". Por si no quedaba claro, remató: "Vaya y pelee por nosotros. Porque todos nosotros soñamos en algún momento tener a un descendiente de nosotros haciendo algo bueno en la historia".

La metáfora no es casual. "Aucca" significa "guerrero" en quechua y con la energía de un guerrero este descendiente de los incas ha trabajado para la preservación del ecosistema de los Altos Andes, amenazados por el cambio climático y sus eventos meteorológicos extremos, la quema y la minería, entre otros factores.

Luego de viajar durante 10 años recolectando información, en el año 2000, decidió que era hora de actuar de manera concreta con "una herramienta que realmente beneficie a todos”. Y empezó a plantar árboles. No es una misión solitaria, por supuesto, la visión de Aucca es el trabajo con y en beneficio de la comunidad local, revindicando la historia ancestral del imperio que hizo historia en estas tierras.

"Lo que hemos aprendido de estas grandes culturas es que trataron de vivir en un balance", dice. Luego llegaron otros a la región a "invadirla, extraer los recursos y dañarla" y los andinos que aún persisten "estamos tratando de unirnos en este grupo de Acción Andina para cuidarla, protegerla más aún, restaurarla y producirle felicidad y buena salud a este planeta", explica.

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"Cada vez que llego a una comunidad nueva les digo: una vez fuimos parte de un gran imperio, el imperio de los incas, que ahora es la gran admiración de todo el mundo. La segunda vez que nos unimos de nuevo fue para pelear por nuestra independencia frente a los invasores. Esta es la tercera vez. ¿Unidos por qué? Para plantar más de estos árboles. Unidos por un árbol", dice.

El resultado ha sido, según dice, la plantación de 10 millones de árboles a través de las iniciativas Acción Andina y la Asociación de los Ecosistemas Andinos (ECOAN), que ayudan a la preservación de todo el ecosistema y de uno de los recursos más valiosos para el ser humano: el agua.

Pero no se trata solo de plantar árboles, aclara, porque detrás de esa primera acción sigue un proceso de cuidado que implica también el empoderamiento de la comunidad local, un proceso en el que las mujeres son protagonistas: según explica Aucca, son más de la mitad de los participantes en las acciones que llevan adelante.

Las mujeres "han encontrado su voz para trabajar juntas, dar sus opiniones y ser escuchadas en estas comunidades. Ellas han empezado a liderar muchas de las actividades", explica por su parte Ani Luna Stangl, directora de Operaciones de Accion Andina,

De hecho, la fundación trabaja con poco más de 180 comunidades indígenas "y en esas comunidades un 55% son mujeres entre niñas, señoras y ancianas, y todas ellas participan en estos proyectos", remarca.

Queuña Raymi, el festival de los árboles

Una de las iniciativas que lleva adelante la Acción Andina es el "Queuña Raymi", un festival en el que la comunidad se junta con el objetivo de plantar árboles queuña, tambien conocidos como polylepis.

Así relata la experiencia: "Ese día se congrega la comunidad. Vienen músicos, vienen danzarines, viene la comunidad y todos felices. Agarran todo lo que pueden. Son miles de árboles. Y van arriba de la montaña (...). Hay que caminar duro, pero para la gente no hay problema. Llueve, truene o se caigan, ellos van con los árboles en la espalda. 'Vamos a dar felicidad'. Esa es la resiliencia positiva".

El trabajo para la preservación del ecosistema trasciende con creces su natal Perú. Están presentes también en Ecuador, Bolivia, Chile, Argentina y desde este año en Colombia.

Además de preservar la biodiversidad y recursos como el agua, para él es fundamental "proteger la cultura". "No todos protegen la cultura. Nosotros respetamos la cultura y la protegemos porque son los elementos vitales para todo lo que hacemos".

Acción y coordinación con la comunidad son pilares de su trabajo. (Crédito: CNN)

Un llamado a la acción

Aucca vive en la ciudad de Cusco junto a su esposa y dos hijos, pero creció en la Pampa de Anta, entre los pueblos de Huayllarcocha y Chutaspampa (hoy Pancarhuaylla). Su trabajo hace que pase gran parte del tiempo viajando. De hecho, según cuenta, en un mes suele estar fuera de casa tres semanas y solo una en su casa, algo que ha podido sostener por el apoyo familiar.

Y es que para él es vital la acción. "Todos los problemas inherentes al cambio climático no se van solucionar con análisis, reportes ni reuniones globales. Todos tenemos que trabajar en terreno con cosas concretas y reales y en beneficio de todas las comunidades y la gente local", dice. "La resiliencia nos exige actuar positivamente, no ausentarse y llorar. No quieres ver cambio climático? Pues toma acción".

"De repente soy un guerrero. Pero, ante todo, me encanta mi cultura. Me encanta mi planeta y no voy a parar. Quisiera morir peleando por este planeta".